Nevada Barber Shop | Barberia en Torrelodones - Torrelodones, Madrid

Juan P.

No pude ni agendar una cita porque la persona que me atendió la llamada se puso a contestarme de una manera demasiado irrespuetuosa, le preguntaba que horarios tenía disponible y me hablaba como si me estuviera haciendo un favor y se puso exigente y molesto y le colgué la llamada. Un par de horas después él mismo me volvió a llamar para reclamarme que le había colgado el telefono y se puso muy agresivo porque le dije que ya tenía cita en otro lado.
Yo no recomendaría ir a un lugar donde la persona se porta así de irrespetuosa y agresiva. Eso de devolverte la llamada para reclamarte se me hizo una completa falta de respeto, aunque bueno, no puedes esperar menos con una persona así.

Fernando ?. A.

Una de las mejores peluquerías en las que he estado y de la que soy cliente asiduo. Ya no cambio en Torrelodones. El trato que recibo siempre de su dueño es impecable y el corte de pelo rápido, bien de precio y sin errores. Mi hijo siempre está deseando que le corte el pelo Jalal.

Cristian R.

Muy buena peluquería, muy buen trato y muy buenos cortes. Recomendable al 100 por 100, destacar el trato de Jalal, muy buen peluquero!

guillermo D. P.

Siempre salgo con el corte que quiero y con un trato amable rápido y profesional.

Vicente D. G.

Hoy ha sido mi primera vez y seguro que repetiré. Ambiente agradable, con olor a limpio y buena música. El barbero que me ha atendido ha comprendido a la primera lo que quería, mostrando atención al detalle, sin prisas. El precio me ha parecido razonable.

Andrés S. C.

Muy buen trato y profesionalidad

Alfonso B.

Que gran profesional. Fui a probar por recomendación de un amigo, para que me cortase el pelo y ver si lo elegía a él para que me cortase el pelo antes de mi boda y fue todo un acierto. Sin duda me pongo en sus manos para algo tan especial como mi boda.

Diego

Peor imposible, sinceramente. La atención al cliente = CERO. Llegas allí y parece un apocalipsis zombi, un sitio oscuro, con un silencio sepulcral, desagradable, nadie dice ni buenos días, los chicos (dos, de aquí) miran como con miedo. Yo no sé cómo no me di la vuelta y me marché.

El trabajo, de 3 sobre 10. El fulano me dejó un lado del bigote más ancho que el otro; y yo que pensaba que iba a salir de allí sin un pelo fuera de su sitio, y ocurrió al contrario: salí como entré, con un par de retoques, pero con los pelos de la barba como púas de cactus.

Y hablando de pelos, el individuo del otro lado del charco que me atendió, desagradable de trato, antipático, iba a matacaballos, a toda velocidad, como si tuviese que terminar en 10 minutos obligatoriamente aunque no había nadie esperando. Y no se le ocurre mejor idea que dejarme el cuello del babero ese que te ponen para que no te llenes de pelos, abierto. Yo estaba mosca y molesto porque notaba cómo se iban colando los pelos, pero como no frecuento barberías pensé que sería mi falta de costumbre y que luego me los quitaría con la brocha. Pero cuando la sorpresa se volvió mayúscula es cuando el fulano, al terminar la chapuza, va y me sopla los pelos con un secador de pelo.

No me pasa el cepillo de quitar pelos, que es lo que se ha hecho toda la vida y se sigue haciendo en todas partes. No, imaginaos que en lugar de barrer el suelo, enchufa el ventilador. ¿Qué ocurrirá? Pues que la basura acabará desperdigada por todas partes. Y eso es justo lo que me hizo el tipo: soplarme los pelos (era físicamente imposible no obtener ese resultado) con el cuello del babero abierto para llenarme de pelos hasta las plantas de los pies.

Cuando llegué a casa, lleno de picores por todas partes, me puse a pensar en el asunto y aunque no puedo hacer un veredicto inapelable, sospecho que al fulano algo no le gustó de mí. A ver, yo soy un tío normal, atlético y bien parecido, por lo que quizá algún complejo se le podría exacerbar, pero eso es bastante normal hoy. Así que no, no era eso. ¿Qué podría ser entonces? Sólo se me ocurre pensar que llevo siempre una pulsera con la bandera de España y otra con una cruz, y al tipo no le debió gustar, y su forma de mostrar su desacuerdo fue soplarme 14 pavos y los pelos por dentro de la ropa.

Viven de que se aparca fenomenal porque es un centro comercial, pero en una calle normal no creo que durasen ni un mes. Y menos en Torrelodones.

Escribí originalmente esta reseña negativa más airado, y el tipo reclamó para que la retirasen de la publicación. Pensé en dejarlo pasar, pero luego pensé que no, que a este tipo de personajes hay que darles una lección, porque en caso contrario todavía se creen que salen victoriosos y siguen haciendo sus gracietas a la gente sin inmutarse.

En fin, ya sabéis, chicos, antes de entrar preguntad a su señoría si da permiso para entrar con vuestros adornos, complementos, etc., no vaya a ser que tampoco le gusten y tengáis que pasar un mal rato como el que sufrí yo.

Ah, ahí va una captura del pago de la chapuza infame, por si las dudas de que, efectivamente, tuve la desgracia de caer en semejante antro.